Si a una
vida cualquiera, le sumas unas rutinas profesionales y amorosas, que
derivan en años ejerciendo de profesor, marido (y amante) y padre,
no tendríamos más que algunas hojas robadas del diario de
cualquiera de nosotros. Sin embargo, William Stoner es el héroe
contemporáneo de la cotidianidad.
Amante
accidental y apasionado de las letras y de la gramática, Stoner y su
entorno despuntan como el iceberg del nihilismo y existencialismo actual. El amor es una forma de conocimiento hacia el otro y
la vida es el camino hacia el fin: la muerte del individuo por la
vida de su obra.
Williams
no escribe, dibuja con las palabras, cocina con las letras, seduce a
todos los sentidos. Estamos perdidos, atrapados por su espectacular
dominio de la sintaxis y su exquisito vocabulario. ¿Cómo hablar de
este libro sin traicionarlo? Digamos lo que digamos, nunca haremos
justicia.
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