“Yo coma asesino”
porque es la característica que define al protagonista y porque es
su presente continuo, lo que da sentido y coherencia a su existencia.
Como si de Frank Miller
se tratara estos autores españoles explotan en este cómic el
resaltado en rojo sobre viñetas en blanco y negro para la sangre, el
fuego, la manzana de blancanieves o el corazón de la mística del
cuadro. ¡Qué alegría empaparse en cada página de la coherencia
entre el texto y la imagen! Por algo lo llaman novela gráfica.
Y en este en concreto
con mayor motivo, siendo el protagonista un catedrático de Arte a la
par que asesino. Una persona que se implica en el proceso creativo
del arte de matar, con referencias sublimes -y explícitas- a la
historia de las ideas estéticas: De Quincey (Del asesinato
considerado como una de las Bellas Artes), Zizek (Sobre la
violencia) o Girard (La violencia y lo sagrado).
Cada muerte, única en
el modus operandi, porque pretende subvertir su valor, despojarla de
las falsas justificaciones con las que se practica (honor, venganza,
justicia, fe) y recordar con sus intervenciones al resto de los
mortales que los humanos somos crueles y que en nuestra naturaleza
radica el mal.
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