Imaginemos
que estamos leyendo una entrevista en alguna publicación para escritores que
esté de moda.
Pregunta: ¿qué hace falta para una
historia de suspense?
Respuesta: Muerte, asesino, pistas y
final sorprendente.
Pero
todo eso no construye una buena historia. Y Perdida lo es.
Es
original en la forma y en el fondo, en la composición y en los resultados, en
las voces que son una y tantas. ¿Quién puede decir que seamos siempre los
mismos y verdaderos?
Y
es original en la combinación de tópicos y en los retorcidos giros que parecen
naturales hasta la segunda vuelta. ¿Cómo puede resultar lógico un asesinato? Es
escandaloso, es obsceno, es buena literatura.
Moraleja:
No quiero ser un personaje de novela comercial, no quiero ser un cliché, no
quiero que mis frases no parezcan mías. Quiero ser auténtica. Aunque tenga que
asesinar.
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